La educación científica y tecnológica es objeto de intensa reflexión en los últimos 10 años con miras a atender satisfactoriamente las necesidades de la humanidad durante el siglo XXI. En términos generales, se requiere asegurar “educación inclusiva, equitativa y de calidad que promueva durante toda la vida oportunidades para todos”, lo que depende en buena medida de los avances del conocimiento científico y tecnológico y de los artefactos técnicos que de ellos se deriven, así como de programas de  educación científica y tecnológica adecuados.

El 10 de Noviembre de 2015, las Naciones Unidas y la UNESCO señalaron que la Agenda Mundial 2030 para el desarrollo de la Educación, la Ciencia y la Tecnología tiene como tema “La Ciencia al Servicio de un Futuro Sostenible”, señalando que:

“Todos los gobiernos tienen conciencia hoy en día del poder  de la Ciencia para proporcionar respuestas fundamentales que posibiliten una mejor ordenación de los recursos hídricos, la conservación y utilización sostenible del océano, la protección de los ecosistemas y la biodiversidad, hacer frente al cambio climático y las catástrofes, promover la innovación, eliminar la pobreza y disminuir las desigualdades. Para aprovechar al máximo este poder, debemos entender mejor el panorama científico mundial y contar con mejores herramientas para el seguimiento de los avances realizados”.

Surgen así nuevas normas y estándares para la educación científica, tales como las nuevas políticas para la Educación de las Ciencias de la Unión Europea; los Estándares de Ciencia para la Próxima Generación (NGSS por sus siglas en inglés) de América y los lineamientos educativos en España y en las Islas Canarias.

En esa línea se propone ¡Pensemos la Ciencia… de verdad!, como un espacio de innovación educativa cónsona con los nuevos estándares mundiales, que promueva y fortalezca en los participantes los procesos cognitivos propios del pensamiento científico,  con apego y valoración de la vida protegiendo su subsistencia o sostenibilidad.